A finales de 1889 parecía que Darío era un artista con una carrera enfocada, lanzada, marcada, bien posicionada a todos los niveles, pero EXPLOXIONÓ. Se plantea dejar atrás todo lo “creado” y se lanza a hacer las Américas, más concretamente Nueva York. La más clásica puerta para entrar en los Estados Unidos y en el centro neurálgico de la cultura mundial.
Llegados a este punto, fuera ataduras, fuera compromisos artísticos, fuera compromisos estilísticos, se propone un replanteamiento de conceptos, de obra. Se propone pintar desde las afueras de la obra. Darío Urzay dice: “Tengo que hacer algo de manera que pinte y no sepa que estoy pintando”. Sus obras son los primeros pasos hacia su futura obra. Podríamos hablar de transferencias, de rastros, huellas, códigos…
Este conjunto de obras nunca habían sido expuestas. Esta interesante exposición ha estado en la Galería Michel Mejuto, que contó con la presencia del creador y sus valiosas valoraciones.